Este resultado podría ser interpretado como que habiendo un 48% de ciudadanos que afirma que votará la reforma y un 12% de indefinidos, alcanzaría con que solo dos de esos doce puntos se volcaran hacia el «SI» para que la reforma fuera aprobada.  Lo cual no parecería nada improbable.

Pero  hay que tener en cuenta dos factores que relativizan esa interpretación:

en primer lugar la intención de voto a favor de la reforma viene cayendo sistemáticamente desde hace un año, y si la tendencia se prolongara – hay que tener en cuenta que el trabajo de campo de esta encuesta se terminó el 3 de octubre, faltando más de tres semanas para la elección – seguiría bajando.

En segundo lugar hay un antecedente muy relevante que es el de los dos plebiscitos que tuvieron lugar junto con las elecciones de 2009, el del voto epistolar y el de la derogación de la ley de caducidad. En ambos casos todos los pronósticos apuntaban a que serían aprobados y sin embargo no lo fueron. No es lo mismo un plebiscito separado de las elecciones presidenciales y legislativas y en el que hay dos papeletas, una por SI y otra por NO, y en el que es obligatorio concurrir a votar, que éste en el que solo hay una papeleta por el SI que el votante debe recordar juntar con la lista de su elección dentro del sobre de votación. Con este antecedente, es muy probable que parte de ese 48% que hoy afirma que votará la reforma finalmente, por olvido o negligencia, no introduzca la papeleta en el sobre.

En definitiva, resulta difícil aventurar un pronóstico pero si las elecciones fueran hoy es más probable que la reforma no sea aprobada que el que sí lo sea.

 De los «cortes» de esta pregunta por diferentes variables sociodemográficas surgen algunas cosas interesantes:

1) prácticamente no existen diferencias entre la intención de voto de los distintos rangos de edad, salvo que el nivel de indefinición aumenta a mayor edad.

2) no existen diferencias significativas entre niveles socioeconómicos (NSE), ni entre hombres y mujeres.

3) En el Interior la intención de votar a favor de la reforma es algo más alta que en Montevideo, pero se debe a que la intención de voto hacia los partidos tradicionales es mayor en el Interior.

4) La única variable realmente discriminante es la intención de voto: mientras entre votantes del Partido Nacional un 70% apoya la reforma, y entre los del Partido Colorado un 73%, entre los votantes del Frente Amplio el apoyo es tan solo del 31%. Aquí es donde queda evidenciada la evolución de estos últimos meses: mientras entre los votantes de los Partidos Tradicionales la intención de voto no se modificó significativamente, entre los del FA disminuyó muy notoriamente.