Por Alain Mizrahi
Si alguien se hubiera dormido durante las dos semanas que precedieron la elección del domingo pasado y se hubiese despertado el lunes de mañana, se hubiese sentido como Phil, Stu y Alan cuando despertaron en Las Vegas y descubrieron que a Stu le faltaba un diente, la suite del hotel estaba casi destruida, había un tigre en el baño, un bebé dentro de un armario y una gallina paseándose por la habitación. Al igual que ellos, se hubiera preguntado “¿qué pasó anoche?”
Con el diario del lunes es relativamente fácil encontrar explicaciones, y voy a intentar resumirlas en esta nota, no como analista político que no soy, sino desde el punto de vista de la investigación de opinión pública y sobre todo del marketing.
¿Se equivocaron las encuestas?
Ya el domingo de noche las redes sociales se inundaron de comentarios que atacaban el trabajo de las empresas que nos dedicamos a la investigación de Opinión Pública por no haber acertado/embocado/pegado/etc al resultado de la interna del Partido Nacional. ¿Fue tan así?
En la nota que publicamos en el Semanario Crónicas tres días antes de la elección interna afirmamos lo siguiente: “Entre quienes afirman que concurrirán a votar el domingo 1 de junio dentro del PN, la intención de voto muestra un virtual empate entre Larrañaga y Lacalle Pou, teniendo en cuenta que el margen de error en esta interna es de casi 5 puntos porcentuales. Esto significa que cualquier cosa podría suceder entre 44-45% y 55-56% para cualquiera de los dos lados. Resulta imposible aventurar un pronóstico en este escenario, y todo dependerá de lo que suceda el propio día de la elección y de la capacidad que tenga cada candidato de movilizar a su militancia.”
El resultado final estuvo dentro de lo que preveíamos que podía pasar. Y es que al igual que todas las encuestas, es una fotografía instantánea del estado de la opinión pública, y aun si fuera totalmente perfecta y no existiera margen de error alguno sería una fotografía “corrida” al igual que cuando sacamos una fotografía de un auto en movimiento con el obturador abierto. Esto es porque, en nuestro caso, el trabajo de campo se inició el día 17 de mayo y terminó el 25, y entre el primer día y el último no se detuvo la actividad política sino que siguieron sucediendo cosas diariamente. Y después de terminado el trabajo de campo y mientras procesábamos la información también siguieron sucediendo cosas, y también durante la veda y hasta el mismo día de la elección. Como la interna blanca era particularmente dinámica, era imposible registrar en una foto “estática” los movimientos que se dieron en los últimos días.
Por otra parte, un grave error que cometen muchos de los que atacan las encuestas es creer que nos dedicamos a hacer pronósticos, como si fuéramos el oráculo de Delfos o si tuviéramos una gran caja negra en la que ingresamos datos por un lado y por el otro sacamos un pronóstico exacto de lo que saldrá de las urnas. A diferencia de los meteorólogos, nuestro trabajo no consiste en pronosticar sino en describir la situación en un momento dado del tiempo. Podremos aventurar algún pronóstico en base a nuestra experiencia anterior o nuestro olfato o un análisis de tendencias, pero eso ya deja de pertenecer al área de la estadística.
Todos los analistas concuerdan en que existía una marcada tendencia al crecimiento de Lacalle Pou en los últimos meses, que se aceleró en las últimas semanas. Y hoy queda más que claro – y alcanza con escuchar lo que hicieron muchas personas de nuestro entorno cercano – que esa tendencia se aceleró aun más en los últimos días de la campaña y hasta en las últimas horas el mismo día de la elección. Esto era imposible de medir.
También se nos ha reprochado el no haber publicado la diferencia entre el Partido Nacional y el Frente Amplio a favor del primero en el número total de votos. Realmente no fue un dato que hubiéramos considerado relevante, dado que en esta instancia no interesaba cuántas personas fueran a votar dentro de cada partido sino cuántas votarían a cada precandidato. Además, el voto “extrapartidario” – que existió, no nos quepa la menor duda, y lo reconoce el propio entorno de Lacalle Pou – iba a distorsionar los datos ya que no todos quienes decían que iban a votar en la interna nacionalista eran simpatizantes del Partido Nacional. Finalmente, solo la interna nacionalista mostraba un nivel de competencia importante, lo cual iba seguramente a hacer desistir a muchos futuros votantes del FA o del PC de concurrir a las urnas el domingo pasado. Esto ya sucedió en 2009, no es un fenómeno nuevo. En aquella oportunidad el Partido Nacional también obtuvo más votos que el Frente Amplio en junio, y eso no era extrapolable a octubre.
El “Partido de la Abstención”
El Partido de la Abstención fue el gran ganador el pasado domingo: solo concurrió a votar el 37% de los habilitados, y esto muestra una prolongación de la tendencia iniciada desde las primeras internas en 1999. En todas las siguientes bajó el porcentaje de participación en relación a las anteriores. ¿Desinterés cada vez mayor por la política, especialmente entre los nuevos votantes? Es posible, si tenemos en cuenta que en cada elección aparecen 200.000 de éstos, lo cual significa que entre un 20% y un 25% de los actualmente habilitados son personas que ingresaron al padrón después de 1999. Pero también es cierto que las internas partidarias con escaso nivel de competencia alejan al votante no militante o poco politizado. Casualmente las internas de 1999, que fueron las de mayor participación de las cuatro realizadas hasta hoy, tuvieron un alto nivel de competencia en DOS de los tres partidos, a diferencia de todas las siguientes: recordemos que en el Partido Colorado Jorge Batlle fue electo por escaso margen frente a Luis Hierro, y en el Partido Nacional Luis Alberto Lacalle le ganó, luego de una campaña muy áspera, a Juan Andrés Ramírez, Alberto Volonté y Alvaro Ramos. Desde entonces, en las tres elecciones internas siguientes, solo hubo competencia real en el Partido Nacional. No es de extrañar entonces que los porcentajes de participación caigan elección tras elección.
Tampoco debemos alarmarnos con un 37% de participación en una elección primaria. Soy un convencido de que es un porcentaje muy alto en relación a los de otros países: en Estados Unidos, en las elecciones primarias de 2012 votó menos del 20% de la población; en Francia, por primera vez hubo elecciones a padrón abierto del Partido Socialista en 2011 y votaron algo menos de 3 millones de personas, en un país que cuenta con casi 50 millones de habilitados. No creo entonces que una participación del 37% sea un mal resultado, todo lo contrario.
Las claves del triunfo de Luis Lacalle Pou
Luis Lacalle Pou ganó con 54% de los votos frente al 45% de Jorge Larrañaga. Pero en el Interior el resultado fue 50%-50%, mientras que en Montevideo fue de 65% a 35% a favor de Lacalle. Si “damos vuelta” el cuadro y miramos el peso de Montevideo e Interior en los votos de cada uno, vemos que para Larrañaga el Interior representó el 77% de sus propios votos y Montevideo tan solo el 23%; mientras que para Lacalle el Interior representó un 64% de sus votos y Montevideo el 36%. En ambos casos el Interior pesa más que Montevideo, pero para Larrañaga mucho más.
Por otro lado, si observamos el cuadro adjunto a esta nota, resulta muy notorio el peso que tienen los dirigentes locales en el Interior: Carlos Enciso en Florida, José Carlos Cardoso en Rocha, Juan Chiruchi en San José, a favor de Lacalle; o Sergio Botana en Cerro Largo, Guillermo Besozzi en Soriano, Omar Lafluf en Río Negro, a favor de Larrañaga. Sin contar Paysandú donde Larrañaga obtuvo el 86% de los votos.
En Montevideo, en cambio, el peso de los dirigentes locales es notoriamente menor, ya que no existe el contacto directo que puede existir en el Interior con los votantes. Sin embargo, es en Montevideo, donde menos peso tiene el voto nacionalista, que Lacalle hace la diferencia sobre Larrañaga. La hipótesis es que en Montevideo jugó mucho más que en el Interior el estilo diferente de campaña que hizo Luis Lacalle, y que rompió con el molde de campañas anteriores. La campaña de Larrañaga, en cambio, pocos días antes de la elección, seguía apelando a las figuras históricas como Leandro Gómez, Aparicio Saravia, Manuel Oribe y hasta Luis Alberto de Herrera, bisabuelo de su adversario. Para buena parte del electorado montevideano, y muy especialmente para aquellos que comenzaron a votar a finales de los años 90, estas figuras emblemáticas de la Historia Nacional no son más que estatuas en avenidas de la ciudad. El estilo atrevido de campaña de Lacalle parece haber seducido mucho más al electorado de la capital.
También —y no es un punto menor— Luis Lacalle hizo un uso muy intensivo y muy inteligente de las redes sociales, incluyendo los días de veda y el propio día de la elección, creando movidas más que interesantes entre sus militantes. Esto tiene un efecto multiplicador importante: a modo de ejemplo, cada usuario de Facebook tiene en promedio cerca de 500 contactos en Uruguay; por otro lado, la gente tiende a confiar más en sus propios pares que en lo que dice la publicidad “oficial” de una marca, de una empresa… o de un candidato, y este es un fenómeno ya muy estudiado y aplicado en el marketing moderno. En definitiva, estoy convencido de que la movida de los últimos días en las redes sociales, al llegar al muro de Facebook de muchísima gente gracias a la opción “compartir” de los militantes, convenció a un número suficiente de votantes como para aumentar la pendiente de una curva que ya venía en ascenso desde hacía varios meses.
Quedará para otra nota la interna del Frente Amplio y algunas conclusiones generales sobre qué mensajes pueden haber emitido los ciudadanos con los resultados que se dieron el domingo pasado, mensajes que convendría ser tenidos en cuenta por los candidatos que competirán en octubre.
Resultados de la interna del PN por departamento
(en %, ordenados de mayor a menor votación de Luis Lacalle Pou)